Álvaro Castagnet estuvo en PotrerArt: "El arte en realidad no existe, es la ilusión del pintor&
- Zaira Dragone - zai.dragone@gmail.com
- 27 mar 2018
- 3 Min. de lectura
El artista participó del encuentro PotrerArt que se desarrolló entre el 22 y el 25 de marzo en el Hotel Internacional Potrero de los Funes. Además de formar parte del jurado dio cátedra sobre pintura.
En el auditorio de la Caja de los Trebejos, del Hotel Internacional de Potrero de los Funes, había un papel en blanco que esperaba sobre una mesa la primera pincelada de Álvaro Castagnet. Estaba tan ansioso como los espectadores que saltaron de sus sillas cuando el artista, entre aplausos de bienvenida, ingresó a la sala. No paraba de sonreír. Minutos más tarde hizo lo que le encanta a todos: dió cátedra sobre pintura y contagió su pasión por el arte. Así lo recibió la cuarta edición de PotrerArt. Con aires teatrales, el acuarelista uruguayo, que también fue jurado del certamen, comenzó la demostración con una entusiasmada charla: “El arte en realidad no existe, es una ilusión, la ilusión del pintor. Cuando él manifiesta algo en una tela o en un papel es una visión, una interpretación, que es fundamental. Me refiero a que lo que yo hago no debería existir en términos reales, debería tener una connotación con el mundo que observamos pero debería apuntar mas a la parte espiritual, abstracta, a la parte que no se ve”.

Y siguió con sus profundas explicaciones, mientras periodistas, artistas y curiosos lo escuchaban atentos. “Este concepto está muy emparentado con el tipo de pintura que yo hago, que es tradicional, figurativa, que se ve lo que es, entonces es necesaria una atmósfera. Tenemos que entender que tanto el arte como la poesía, la música, son ramas de un mismo árbol que tienden a capturar la parte intrínseca de la vida”, decía mientras comenzaba a pintar la imagen de un cafecito de Montevideo, con el aspecto de un bodegón de comienzos del siglo pasado. También contó que pintores y poetas se reunían allí a tomar café. Entre pincelada y pincelada, mientras explicaba con fervor las técnicas y hacía observaciones sobre su propia obra, llamó a su mente, como si estuviera apartada detrás de él. La invitó a acercarse y luego la volvió a su lugar.
Su explicación sobre esa escena también fue profunda: “Me refiero a la mente como una caja de memorias y recuerdos, que se va cultivando y aprendiendo en el diario vivir, es una acumulación de conocimientos. La mente no baila, lo que baila es el alma de la persona, la mente es recopilación de data, cuando uno pinta es un gran aliado, un amigo intimo, te va a decir hace esto o aquello, porque ya lo hiciste antes y te salió bien, es algo que está estructurado no manifiesta espontaneidad ni amor, en el arte debemos divorciarnos de la lógica”.
El público estaba atento, observaba cómo color tras color, forma tras forma, Castagnet le daba vida a su obra. Cuando finalizó no sólo se pudo apreciar una hermosa pintura, realizada con técnicas de primer nivel y el talento de un artista completo, sino que se pudo sentir esa atmósfera de la cual él tanto había hablado. Observarlo fue una experiencia maravillosa, fue reconocer a un artista prodigio, reconocido, aplaudido y premiado en el mundo. Escucharlo, como un amante de la vida y el arte, que contaba cómo llegar a un encuentro íntimo con una obra y nuestros movimientos mas intensos, fue para todos un privilegio.
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